La tecnología de punta en nuestra generación nos ha convertido en víctimas de la velocidad, de lo urgente, de lo inmediato. Esperar nos genera ansiedad y en algunos casos incertidumbre; la impaciencia comienza a gobernar nuestras emociones y nuestra voluntad, haciéndonos esclavos de lo mediático, impidiéndonos como cristianos considerar y disfrutar la veracidad de la segunda venida de Cristo para llevar a su amada iglesia a habitar eternamente con Él.