Cristo nuestro Rey que viene
“—Galileos, ¿qué hacen aquí mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido llevado de entre ustedes al cielo, vendrá otra vez de la misma manera que lo han visto irse”. - Hechos 1:11 (NVI)
La tecnología de punta en nuestra generación nos ha convertido en víctimas de la velocidad, de lo urgente, de lo inmediato. Esperar nos genera ansiedad y en algunos casos incertidumbre; la impaciencia comienza a gobernar nuestras emociones y nuestra voluntad, haciéndonos esclavos de lo mediático, impidiéndonos como cristianos considerar y disfrutar la veracidad de la segunda venida de Cristo para llevar a su amada iglesia a habitar eternamente con Él.
“Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo”. - 1 Tesalonicenses 5:23
“Por tanto, hermanos, tened paciencia hasta la venida del Señor. Mirad cómo el labrador espera el precioso fruto de la tierra, aguardando con paciencia hasta que reciba la lluvia temprana y la tardía”. - Santiago 5:7
Como niños, nuestra fe está fundada en promesas qué esperamos algún día se cumplan, entre ellas la misma que le fue dada a los discípulos en Hechos 1:11 “...vendrá otra vez de la misma manera que lo han visto irse”. Quien afirmó esta promesa no fue un padre mentiroso, no fue un político engañador o un comerciante astuto, fue un ángel enviado desde el cielo para confirmar que algo humanamente imposible de creer sería posible.
La segunda venida de Cristo será precedida por muchas señales entre otras, la alteración del ecosistema, de las relaciones geopolíticas, de los valores éticos y morales del individuo, la pareja, la familia y la sociedad. El cumplimiento de estas promesas no tiene como propósito generar pánico y desesperanza al pueblo de Dios; todo lo contrario, debe motivarnos a doblar nuestras rodillas y abrir nuestros corazones para que el poder del Espíritu Santo en nuestras vidas nos haga vencedores en las batallas que enfrentamos mientras nuestro amado rey cumple su promesa.
Su presencia llenará de satisfacción nuestra humana curiosidad por conocerle cara a cara y también a todos los que nos antecedieron en la fe. Qué bendición, el mismo creador del universo, el Rey de reyes, el Soberano, el Todopoderoso, el que es, el que fue y que será, el Perfecto, el Santo, el Justo y Misericordioso, el Invisible, por fin se nos hace visible para que se cumpla la promesa: “...y todo ojo le verá...” Apocalipsis 1:7. Traerá a nuestros a amados en Cristo que ya durmieron y habitaremos con ellos eternamente pues nos dará cuerpos nuevos, restaurados a su imagen, seremos la gran familia unida, amada deseada, a la que nadie podrá hacerle daño; pues su creador, su protector y sustentador habitará con ella en toda su plenitud.
Semejante promesa cumplida, semejante evento hecho realidad, no solo debe generar expectativa vigilante, también debe provocar un estilo de vida que se somete y proclama los valores del Reino eterno. Un estilo de vida que entiende el esperar no como una actitud pasiva, negligente y cómoda, más bien como aquellos que esperan a su Señor, multiplicando sus talentos y convirtiéndose en instrumentos activos de bendición en las manos de su Salvador y Señor.
Somos exhortados a estar despiertos, vigilando en todo momento, cuidando el tesoro que hemos recibido en Cristo y procurando la santidad que agrada a Dios. Con los pies en la tierra y el corazón en el cielo, no perderemos de vista nuestra responsabilidad bíblica con el lugar y las personas que Dios nos ha encomendado en nuestro presente. Y al mismo tiempo soñaremos despiertos con la maravillosa experiencia de la segunda venida del eterno Rey.
Que el evangelio sea predicado a toda criatura es uno de los muchos privilegios de los que esperamos la segunda venida de Cristo. Saber que somos proclamadores, promotores y multiplicadores de las buenas nuevas de salvación entre los que viven en la oscuridad del pecado, nos incluye en la lista de los que escucharan. “Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu Señor”. - Mateo 25:23
Escrito por:
Rev. Jairo Pulgarín Olaya
La Alianza de Amor, Armenia, Quindío.
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