Un día de junio de 1923 una lluvia de piedras trajo una lluvia de gracia para Colombia, cuando el Rev. Homero Crisman huía de una turba enfurecida que a piedras le perseguía por predicar la palabra de Dios en Ecuador. Fue así como los siete kilómetros desde Tulcán hasta la frontera colombiana se convirtieron en el corredor de la gracia divina para el sur colombiano. Al cruzar el puente de Rumichaca el Rev. Crisman llegó a Ipiales, cargando su maleta llena de Biblias, Nuevos Testamentos y tratados. Allí conoció a un fotógrafo llamado Teófilo Mera, quien sería buena tierra para cosechar los inicios de nuestra familia Aliancista frente a la extensión del evangelio en nuestro país.