¿Has sentido cansancio, desánimo, estancamiento y desorientación en tu ministerio, vida y propósito? Así estuvo el pueblo de Israel en medio de una crisis espiritual, física y emocional, pero Dios al que ama disciplina y nosotros como sus hijos estamos atentos a su exhortación, pues hemos entendido que para ser usados por Él necesitamos una vida de santidad y obediencia, dado que conforme a su disciplina Él nos purifica y nos da un nuevo aliento, porque a pesar de nuestra humanidad, sus planes y propósitos con y a través de nosotros permanecen intactos al igual que su amor.

En Ezequiel 37 vemos cómo Dios va a hacer algo nuevo, y lo sobrenatural de esto es que aun en la muerte hay esperanza, pues estando en el valle de los huesos secos Él sopla aliento de vida, demostrando su control soberano sobre la faz de la tierra y revelando su gloria. El amor de Dios por nosotros se hace evidente, ya que siendo infieles, el Señor siempre nos dará una oportunidad para ser restaurados

Permitamos que por medio de su gloria, como iglesia veamos su aliento de vida convirtiendo de ruinas a jardines cada aspecto de nuestras vidas, transformando nuestro estancamiento e inactividad ministerial en un revivir de nuestra pasión espiritual, reconociendo la necesidad de rendirnos a Jesús y levantar nuevas generaciones dispuestas a gozar de nuevos comienzos.

Ayudémonos unos a otros a exhortarnos con amor y confiados en el poder del Espíritu Santo para tener un espíritu quebrantado que nos lleve a cumplir la Gran Comisión como un solo cuerpo, como una iglesia viva y saludable en la cual Dios sopla aliento de vida.