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POR LO TANTO, VAYAN Y HAGAN DISCÍPULOS DE TODAS LAS NACIONES, BAUTIZÁNDOLOS EN EL NOMBRE DEL PADRE Y DEL HIJO Y DEL ESPÍRITU SANTO. ENSEÑEN A LOS NUEVOS DISCÍPULOS A OBEDECER TODOS LOS MANDATOS QUE LES HE DADO. Y TENGAN POR SEGURO ESTO: QUE ESTOY CON USTEDES SIEMPRE, HASTA EL FIN DE LOS TIEMPOS”

 

Mateo 28:19-20

NTV

Desde el principio, Dios nos llamó a una relación de comunión con Él, aunque el pecado rompió esa comunión, la promesa divina se cumplió en Jesucristo, quien, con su sacrificio y resurrección, nos abrió el camino hacia la salvación. 

En Mateo 28:18-20 Jesús nos comisiona: “Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones…”. Esta Gran Comisión tiene un propósito mucho mayor, trasciende nuestra experiencia individual y nos vincula con la misión global de la Iglesia: extender las buenas nuevas de fe, esperanza y salvación a todos los pueblos de la tierra.

Ser y hacer iglesia implica un compromiso activo con la tarea misional de compartir las buenas nuevas de salvación a toda lengua y nación. Esta tarea forma parte de nuestro ADN. Sin embargo, la misión no involucra solamente a un ministerio o departamento específico; es transversal, lo que significa que involucra a todos los ministerios que se desarrollan dentro de la iglesia, donde cada miembro desempeña un papel vital.

Así como la misión es transversal, también debe ser simultánea. Esto quiere decir que la expansión del Reino de Dios se lleva a cabo de manera constante en múltiples contextos. Sin limitaciones de tiempo y espacio; por el contrario, estamos desafiados a movilizarnos simultáneamente desde lo local hasta lo global.

Este Mes de La Alianza, somos llamados a estar Comprometidos con la Misión, asumiendo la responsabilidad de orar fervientemente, dar generosamente y continuar formando, enviando, sosteniendo y cuidando a los obreros en todo Colombia y en el mundo.

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