Alfredo Gutiérrez, el pastor más antiguo de La Alianza
Biografía escrita por su hijo Jaime Gutiérrez Arévalo
El pastor Luis Alfredo Gutiérrez Pinzón nació en Suaita, Santander, el 18 de diciembre de 1915 en el hogar de Pedro María Gutiérrez y Ana Rita Pinzón. Buscando oportunidades de trabajo, salió muy joven de su tierra con dirección a Armenia, Quindío, por esos años epicentro del emblemático cultivo de café, que atraía allí a personas de todo el país para la cosecha. Fue en ese entorno en donde conoció al Señor Jesús en 1940.
Su pasión por la predicación del evangelio empezó de inmediato, para lo cual ingresó en 1942 al Seminario Bíblico Alianza de Colombia, con el fin de empezar sus estudios bíblicos y teológicos, cuya enseñanza era atendida en esos tiempos por profesores norteamericanos como Grace L. Scudder, Ruth H. de Tennies, Manuel A. Prentice, Leo C. Tennies, Edna H. de Prentice y Elizabeth Marstaller, de innegable influencia en el carácter de sus discípulos. Estudió allí durante 5 años y obtuvo su diploma a la edad de 31 años. Luego pasó a Medellín para hacer sus estudios complementarios en el Seminario Interamericano.
Aún soltero en 1947, pastoreó primeramente en La Unión Nariño y sus alrededores, como El Palmar, San Juanito y Mercaderes, dando como resultado el nacimiento y organización de la iglesia madre de La Unión, la cual aún permanece y es testigo de ello. Luego estuvo como obrero y misionero en Ipiales y sus alrededores, como La Victoria y Las Lajas, Potosí. También pastoreó en Samaniego y sus alrededores, como Tabiles, Linares, La Llanada, Sotomayor y El Bajo Canadá en donde ejerció también de maestro director de una escuela cristiana, lugar donde se formaron académicamente y doctrinalmente varias personas que luego fueron siervos del Señor Jesucristo en otros lugares. Estuvo en total unos dos años en esa zona.
Contrajo matrimonio con Arcelia Arévalo Rodríguez el 25 de abril de 1950, en la vereda Tesalónica, de El Carrizal, corregimiento de Bolívar, municipio de Samaniego, Nariño. De esta unión existen 4 hijos. En 1951 nació su primer hijo Jaime Saúl. En 1952, viajó a Tumaco para atender la obra evangelística en este lugar y en todo el litoral del Pacífico nariñense: Bocas de Satinga, El Charco, Isla de los Mulatos, Salahonda, San José del Tapaje y otras localidades hasta límites con el departamento del Cauca, allí permaneció hasta 1954. En 1953 nació en Tumaco Anheyda, su segunda hija.
A finales de 1954, se desplazó de nuevo con su familia a La Unión Nariño para continuar pastoreando la iglesia fundada pocos años antes. El 14 de febrero de 1955 nació su tercer hijo, Otman Euler, quien falleció de un mes de vida, siendo la primera persona sepultada en el cementerio laico, comprado un mes antes por los primeros cristianos de esa población para evitar confrontaciones con la curia católica romana que negaba la sepultura a evangélicos en su cementerio. En 1956, nació en La Unión Nariño su cuarto hijo, Óscar.
A finales de 1956, viajó con su familia para atender la obra en Manizales, lo cual hizo durante 2 años. En la capital caldense lideró la consecución de un cementerio laico interdenominacional aparte de la gran labor evangelística y pastoral. En 1958 regresó de nuevo a La Unión y bajo su dirección, la iglesia compró un lote urbano y empezó a construir la casa pastoral y, simultáneamente, el salón de cultos frente al parque principal Mariscal Sucre y contiguo al Colegio Juanambú. Los enemigos del evangelio derrumbaban por las noches las paredes construidas en adobe crudo. Para la inauguración de la casa templo alguien lanzó un petardo entre la gente congregada en el salón. El agresor fue el único herido.
El pastor Gutiérrez nuevamente fue requerido por la misión para atender la obra en la ciudad de Ipiales, Nariño, hasta los últimos días de junio de 1964. Por esos días, la obra misional dirigida por la Alianza Cristiana y Misionera desde los Estados Unidos, traspasó la responsabilidad económica a la iglesia nacional de nuestro país, creando La Alianza Cristiana y Misionera Colombiana; con bastantes traumatismos de toda clase, los cuales se fueron solucionando de a pocos en los siguientes años. Esa coyuntura provocó que el pastor Gutiérrez se quedara sin una iglesia a la cual pastorear de manera correspondiente con su responsabilidad económica. Fueron dos años muy duros, en donde tuvo que trabajar en labores del campo para sostener a su familia que tuvo que abstenerse de sus estudios académicos. En 1965 nació su último hijo Franklin Alfredo, en Bolívar, Samaniego, Nariño.
En 1966 el pastor Gutiérrez fue llamado -por el Comité Nacional de La Alianza en Colombia- para atender la obra evangelística en el amplio distrito de congregaciones indígenas del Cauca, la gran mayoría de ellas rurales, especialmente de los páez, quienes habían sido diezmadas por la persecución de las guerrillas del Cauca. Era un distrito que abarcaba toda la zona norte y occidental del departamento. Su característica principal era su falta de vías de acceso vehicular, por lo que para este distrito tenía que desplazarse a caballo. Inicialmente, el trabajo fue muy difícil por la falta de guías conocedores de los caminos. Los viajes solitarios sembraron en el recorrido peligros de toda clase, de los cuales Dios lo libró gracias a su fidelidad, pues cuando recién asumió el trabajo después de su conversión, Él le había prometido librarlo de todos ellos. Muchísimas anécdotas hay para contar, las cuales salpicaron sus correrías. Cada una de ellas son un motivo de gratitud al Señor.
En función de su trabajo, el pastor Alfredo fundó en el Distrito del Cauca unas 30 congregaciones nuevas. Algunas de las congregaciones que se formaron o crecieron durante ese tiempo son: Piendamó, Matarredonda, Morales, Suárez, Aznazú, La Betulia, Honduras, Los Quingos, Damián, Liberia, El Bordo, El Estrecho, El Patía, Balboa, Argelia, El Mango, El Plateado, San Antonio Bajo, San Antonio Alto, Huisitó, El Asomadero, El Tambo, Mesopotamia, Alejandría, Caquiona, El Jordán, El Salado, La Moralia, Santa Rosa, El Cabuyo, Ureto, Piedra Sentada, Pancitará, La Granada, Los Andes, El Carmelo, La Alianza, La Vega, La Laguna, Santa Cruz, El Edén, Palestina, Uribe, Caloto, Calibío, Chirriadero, Ortega, Sinaí, entre otros.
Piendamó fue la población que escogió para domiciliar a su familia mientras él se desplazaba por los campos; y desde ahí sus hijos tuvieron nuevamente la oportunidad de estudiar académicamente. Cuando llegó por primera vez a este Distrito en 1966, habían solo 5 iglesias y al salir de esta zona en 1972, habían 35 iglesias organizadas. Durante su pastorado allí se bautizaron centenares de personas. A pesar de sus constantes anotaciones, pocas de ellas fueron de conocimiento del Comité Nacional. El pastor Gutiérrez anhelaba ardientemente que todas estas iglesias y congregaciones pudieran recibir de parte del Comité una asistencia y mantenimiento adecuados para que la semilla pudiera fructificar en el tiempo. Para ese entonces, el pastor Gutiérrez dependía económicamente de la voluntad de los creyentes. No tenía una asignación salarial.
A mediados de 1972 el Comité notificó de nuevo al pastor Alfredo para atender la obra en Ipiales, Nariño. Su pastorado en este lugar duró hasta 1975 cuando fue sustituido por el pastor Enrique Olmos. A partir de ese momento con 60 años de edad al pastor no le asignaron más iglesias para dirigir, de modo que tuvo que optar por un trabajo como vendedor de libros del Círculo de Lectores. No obstante, visitaba con frecuencia los creyentes en la zona rural de Samaniego, Tabiles y Túquerres entre otros.
En 1987 se radicó en Pasto donde reside actualmente. Desde allí continuó visitando la obra en la zona rural de los lugares antes mencionados hasta que su estado físico se lo permitió. El 28 de julio de 2018 murió su esposa Arcelia, una mujer de abnegación ejemplar, quien a pesar de todas las vicisitudes de su desgastante vida itinerante, se mantuvo a su lado hasta el final.
De la obra del pastor Alfredo Gutiérrez hay que destacar su compromiso incondicional con el evangelismo, su renuncia total a toda comodidad humana, rayando en el sacrificio familiar, y su menosprecio por el sufrimiento con tal de proclamar el evangelio. En sus años de ministerio enfrentó la muerte numerosas veces, en ocasiones viajando a través de terrenos peligrosos, en ocasiones por atentados contra su vida con disparos, con hachuela, objetos contundentes, turbas enfurecidas y petardos. De todas ellas salió ileso providencialmente. Experimentó hambre, soledad y pobreza pero no fueron suficientes para apagar su pasión por Cristo. Padeció persecución religiosa pero también el doloroso desprecio de algunos creyentes que no sabían honrar el trabajo de un siervo de Dios. Su vida es un ejemplo de entrega a la causa de la predicación del evangelio.
A la edad de 106 años, su salud está bastante resentida. Con todo, es incansable en la oración. En sus propias palabras acerca del trabajo realizado en La Unión, Nariño dijo:
“Esta no es toda la obra hecha durante 6 años seguidos, porque detalles no gratos sí aparecieron en la obra en aquellos días, pero eso lo dejamos porque Dios ya los conoce; solo esperamos ahora que aparezcan los frutos de la siembra hecha en los días dolorosos, y que Dios sea agradado con lo que hemos hecho con fe y trabajo”.
Acerca de toda la obra realizada en su ministerio:
“Espero que Dios siga bendiciendo y prosperando todas las iglesias que atendí con la palabra de Dios. Dios se encargará del resto todos los días. Todo está en sus manos”.
Sus 4 hijos: Jaime, Anheyda, Óscar y Franklin; sus nietos Nhora, Andrés, Oscar, Giovanna e Isabel; la madre de sus nietos Nelly; sus bisnietos Santiago, Esteban, Juan Daniel, Mateo, Najive y Emmanuel; los cónyuges de sus nietos, Sandra, Patricia y Jorge Iván; dan gracias infinitas a Dios porque les ha permitido un lugar en el linaje del pastor Luis Alfredo Gutiérrez Pinzón, servidor de su hijo Jesucristo. Su permanencia incondicional en el ministerio y el hecho de que todos ellos permanezcan en Cristo, dan fe de su entrega apasionada a la más grande de las causas.
Entregamos también un reconocimiento inmenso a su esposa Arcelia, quién estuvo con él en las alegrías, el trabajo y sufrimiento compartido. Ella culminó un poco antes su carrera aquí en la tierra. Lo espera en la meta de su soberana vocación, igual que a toda su descendencia.
Legado ministerial
Sus hijos, sus nietos y bisnietos, siempre han estado ligados a la vida de la iglesia, han servido en múltiples áreas del ministerio como el canto, la enseñanza, los grupos de vida, la intercesión y el pastorado.
Hoy en día su hija Anheyda y Frannklin sirven al Señor en la ciudad de Pasto; sus nietos Nhora, Andrés y Giovanna son líderes en una iglesia de Bello, Antioquia; su nieto Oscar Gutiérrez es pastor de La Alianza, junto con su esposa Patricia en la ciudad de Mocoa. Su bisnieto Mateo Gutiérrez es estudiante del Centro de Capacitación Intercultural A. B. Simpson.
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