100 Años Construyendo Nuestro Legado.
Filipenses 3:13 TLA
“Hermanos, yo sé muy bien que todavía no he alcanzado la meta; pero he decidido no fijarme en lo que ya he recorrido, sino que ahora me concentro en lo que me falta por recorrer”.
Un día de junio de 1923 una lluvia de piedras trajo una lluvia de gracia para Colombia, cuando el Rev. Homero Crisman huía de una turba enfurecida que a piedras le perseguía por predicar la palabra de Dios en Ecuador. Fue así como los siete kilómetros desde Tulcán hasta la frontera colombiana se convirtieron en el corredor de la gracia divina para el sur colombiano. Al cruzar el puente de Rumichaca el Rev. Crisman llegó a Ipiales, cargando su maleta llena de Biblias, Nuevos Testamentos y tratados. Allí conoció a un fotógrafo llamado Teófilo Mera, quien sería buena tierra para cosechar los inicios de nuestra familia Aliancista frente a la extensión del evangelio en nuestro país.
Es así como 100 años después vemos que aquella semilla ha dado su buen fruto, con más de 300 sedes alrededor de Colombia y más de 25.000 miembros que proclaman que Jesús es nuestro salvador, santificador, sanador y Rey que volverá pronto. El resultado de esta siembra ha sido solo gracias a la fidelidad de Dios, quien durante estos años ha dado la guía de su Espíritu Santo a nuestros pastores, líderes y miembros de la familia Aliancista para llevar las Buenas Nuevas de salvación a miles de personas a través del trabajo social, físico, emocional y espiritual con los niños, jóvenes, mujeres, hombres y adultos mayores, quienes de igual manera han recibido en sus corazones el legado de la Gran Comisión.
Han sido 10 décadas en las cuáles hemos plantado iglesias a la orilla del mar, como las que encontramos en las costas nariñenses; en medio de grandes campos y montañas, como aquellas que se descubren a lo lejos del sur del Tolima; entre calles, edificios y barrios, como las que se van formando en la capital de nuestro país. ¡Celebramos la extensión del reino de Dios en toda nuestra nación!
Completamos un siglo en donde hemos podido ser catapulta a las naciones, enviando obreros a lugares del mundo como Marruecos, India, España, Panamá y recientemente a Guinea; en donde hemos sobrevivido a la persecución religiosa, al conflicto armado, a las transiciones socioculturales, a la escasez y a la pandemia; en donde hemos construido comunidades increíbles que nos han permitido compartir diferentes espacios como familia Aliancista y brindar una ayuda social en nuestra sociedad; en donde hemos creado y fortalecido ministerios familiares enfocados en responder de manera eficiente a las necesidades de cada generación; en donde hemos construido relaciones de socorro y desarrollo con La Alianza en el mundo, pero también nos hemos unido como familia Aliancista en Colombia bajo una misma imagen, una sola misión.
Hemos construido una iglesia con bases fundamentales para la misión de Dios, fortaleciendo la oración, el conocimiento de la Palabra y la capacitación ministerial, en la que la gracia de Dios y el mover del Espíritu Santo han obrado en todas sus sedes, en las que siendo una gran familia apasionada vivimos, compartimos y pertenecemos a Jesús, pues por medio de Él somos salvos y junto a Él estamos crucificados, pues ya no vivimos nosotros sino que es Cristo quien vive en nosotros.
Aunque en estos 100 años Dios nos ha permitido alcanzar grandes cosas, nuestra intención es ser como Pablo, pues no nos fijaremos en lo recorrido y pondremos nuestra mirada en lo que nos falta por recorrer. ¡En este 2023 seamos agradecidos por el pasado, sigamos construyendo en el presente y pensemos en el futuro! Ya que no lo hemos alcanzado todo, caminemos hacia adelante siendo íntegros en nuestra identidad, esforzándonos por cumplir la Gran Comisión con las próximas generaciones y motivar a la iglesia para tener herramientas en las manos y pasión en el corazón.
En este centenario esforcémonos al 100%, sin conformarnos, permitiendo las transiciones en medio de nosotros, pues siendo humanos entendemos que nuestro llamado ministerial no se acaba, ni se detiene, antes bien, se transforma y acompaña a la siguiente generación, siendo pastores que forman pastores; dado que aún no lo hemos visto todo, muy seguramente no estaremos en los próximos 100 años de La Alianza en Colombia, pero los hijos de nuestros hijos si lo harán. Por eso como familia Aliancista seguimos preparando la tierra para la buena semilla que será sembrada, llegando a los lugares a los que pocos llegan, creciendo en nuestra capacitación espiritual y ministerial, extendiendo nuestras estacas, construyendo intencionalmente en la vida de las personas, construyendo una familia centrada en Cristo, construyendo un liderazgo apasionado por la misión, construyendo una sola iglesia, construyendo nuestro legado.
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