Portadores De Luz
Cuando tenemos un corte de energía en las noches, una de las prácticas más comunes es encender una vela, sí solo tenemos una en toda la casa la ubicamos en el centro de la sala para compartirla con todos los que habitan allí, pero sí una sola persona se lleva esta luz a su habitación, el resto de personas quedan en tinieblas. Nosotros como hijos de Dios tenemos esa llama y es nuestra responsabilidad compartirla y no ocultarla. ¿Estamos reflejando la luz de Jesús?
Mateo 5:14
Hemos experimentado el beneficio de tener luz y nos acostumbramos a que sin luz nada podemos hacer en el diario vivir. Pero olvidamos que sin la luz de Jesús, viviríamos en profundas tinieblas y no podríamos desarrollar bien nuestras vidas.
Por eso Cristo nos ordena ser luz para el mundo. Cada vez que un creyente llega a un lugar lleva la luz del evangelio, para hablar, decidir, actuar y bendecir. Esta luz está en nuestras manos, porque tenemos la palabra de Dios que es lámpara a nuestros pies y nos enseña cómo debemos andar. El mundo necesita la luz de Jesús para aprender a vivir de acuerdo a la buena voluntad de Dios y tomar buenas decisiones en la vida.
Sabemos cómo las tinieblas dominaban nuestras vidas cuando vivíamos sin Dios, un estilo de vida caótico; Dios desea cambiar esa manera de vivir radicalmente al esparcir su luz a cada persona que espera por salvación. Obtener la luz de Jesús es maravilloso, nos otorga nuevos pensamientos, nuevos sueños, nueva manera de actuar; nos regala paz, gozo, bendición y poder, ilumina nuestros caminos a través la Palabra y hace que la vida pueda ir de acuerdo a la voluntad de Dios.
El mundo entero necesita la luz de Dios, y nosotros somos portadores de luz para las naciones de la tierra y es nuestra responsabilidad compartirla y no ocultarla.
Somos la luz del mundo: Jesús nos delegó llevar su luz y necesitamos combustible para poder alumbrar y así dar luz a otros. El Señor mismo pudo dar luz de forma permanente al mundo, pero el escogió una metodología, Él quiere que su luz se irradie por medio de nosotros; si no la compartimos, el mundo no la tendrá.
Dios no enviará un meteorito para avisarnos cuando debemos compartir su luz, debemos hacerlo CONTINUAMENTE; cuando estamos en nuestro hogar, con amigos, o en la iglesia, debemos tener en mente que esa podría ser la última oportunidad, así que debemos brillar para que otras personas puedan acceder a la salvación.
Conservemos nuestras lámparas encendidas y llenas del aceite del Espíritu Santo, proporcionando una luz incandescente para los que no conocen a Jesús. Permanezcamos en la presencia de Dios donde su luz siempre abunda.
Por: Doctor Alberto Benjamín Simpson
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