Trabajando Por La Verdadera Paz
Por estos días escuchamos y vemos, a través de los medios de comunicación, que se habla mucho acerca de firmar la paz en Colombia, por lo que día a día se menciona las diferentes opiniones y posiciones frente al proceso de paz para nuestro país, pero el tema durante muchos años se convirtió en la demagogia de unos cuantos para alcanzar sus propios beneficios; pretendiendo obtener la paz con la firma entre el gobierno y un grupo al margen de la ley, desconociendo la muerte, la pobreza, la desigualdad, la indiferencia, el rechazo, la culpabilidad, la orfandad, el abandono y el desplazamiento que han surgido como consecuencia de las acciones violentas de dichos grupos. Pero recordemos que Jesús también habló de paz, pero esta tiene como diferencia que viene de Dios y la dejó para que todo aquel que se determine en vivir en función de esta paz llegue a ser bienaventurado, una persona dichosa y feliz, pero hay más, Él nos invita a trabajar por esta paz que transforma las vidas y que hoy muchos la desconocen.
Mateo 5:9
En el sermón del monte o las bienaventuranzas, Jesús inicia el cumplimiento de las promesas de la escritura, lleva a la plenitud el cumplimiento de la ley y la renueva para ser vivida como una ley que conduce a la felicidad, a la verdadera hermandad, a la promoción de la dignidad humana, al trabajo por la justicia y al hacer posible el reino de Dios entre los seres humanos, aquí Jesús describe las reglas que se debe tener para vivir nuestras vidas hoy según la visión del reino.
Vivir en paz es un derecho individual, pero trabajar por la paz implica hacernos servidores, llevando una vida de productividad para con los demás y así alcanzar una paz que sea colectiva; veamos cómo en el sermón del monte Jesús nos impulsa a cambiar nuestra realidad.
Trabajar por la paz nos conduce a la felicidad
Vivimos dichosos y felices cuando hacemos y amamos la paz. Para asumir una responsabilidad coherente con la realidad es preciso hacer aquello que no se piensa y aquello que no se quiere. Jesús fundamenta la paz viviendo lejos de toda amenaza, resistiendo todo ataque, esta es la forma que Él nos enseñó en Filipenses 4:7 “Así Dios les dará su paz, que es más grande de lo que el hombre puede entender; y esta paz cuidará sus corazones y sus pensamientos por medio de Cristo Jesús”, nada podrá alterar la paz de Dios en nosotros.
Trabajar por la paz nos lleva a vivir la hermandad
Se trata de lograr la paz con métodos y estrategias pacíficas para suscitar cambios profundos en la sociedad. Jesús nos presenta la forma práctica de trabajar por la paz y un ejemplo de esto fue el acercamiento a la comunidad con la intención de mostrarles que en medio de todo conflicto social, moral o económico, la paz viene con el poder transformador del reino de los cielos. Juan 20:21 “Jesús entonces les dijo otra vez: Paz a vosotros; como el Padre me ha enviado, así también yo os envío”. Es mostrar la fraternidad y humanidad en nuestras vidas como producto de la paz y amor de Dios.
Los que trabajan por la paz serán llamados hijos de Dios
Tenemos una promesa, si hacemos la paz seremos llamados “hijos de Dios” en otras palabras “una persona que sirve a Dios.” Jesús nos enseña que como hijo de Dios obedeció en todo al Padre, teniendo siempre un deseo de hacer cumplir las escrituras, cuando se bautizó Dios dijo: “este es mi hijo amado en quien tengo complacencia”. Hoy nosotros podemos también vivir esa alegría de ser llamados hijos suyos, pero es necesario trabajar por la paz en nuestras vidas, familia y comunidad.
Jesús nos hace un llamado a trabajar por la paz para vivirla permanentemente, vivir conforme a las bienaventuranzas nos humaniza y nos proporciona una vida plena y feliz, pero no sin obstáculos ni dificultades. La intención más profunda de Jesús fue restaurar nuestra dignidad como seres humanos y comunicarnos que podemos ser felices cuando aceptemos su mensaje de salvación. ¿Estamos dispuestos a trabajar por la paz y aceptar el llamado de ser felices sirviendo como hijos de Dios? Oremos para que El Santo Espíritu de Dios nos llene hoy de esta paz y la podamos disfrutar y compartir con los demás.
Por: Libardo García
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