500 años de la Reforma Protestante: Su significado para el hoy
Un 31 de octubre de 1517, Martin Lutero, un monje agustino, clavó sus 95 tesis a la puerta de la catedral de Wittenberg, Alemania, en lo que se conoce como el inicio de la reforma. Este 31 de octubre de 2017, estamos cumpliendo 500 años de este magno evento, y somos testigos históricos de ello.
¿Pero qué significó y qué significa para él hoy la reforma?
En primera medida la reforma destaca la palabra de Dios como máxima autoridad en materia de fe y práctica, lo cual implica que la iglesia debe tener como base de su predicación, misión, estrategia y reforma, las sagradas escrituras, y analizar todo nuevo movimiento, toda doctrina, toda “nueva revelación” a la luz de ellas.
En segundo lugar, la reforma destacó (y esto es nuestro fundamento) que la salvación es un regalo de Dios que el hombre pecador recibe de forma inmerecida y que está basada en los méritos de Cristo, es decir, en su muerte y resurrección. Luego la cruz debe ser el centro de la predicación de la iglesia para que el hombre se apropie de la salvación ofrecida por Dios, arrepintiéndose y recibiendo a Jesús como Señor y Salvador. Esto excluye cualquier otro camino para llegar a Dios.
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En tercera medida la reforma rescató, el sacerdocio universal del creyente, es decir que todos son “ministros” servidores de Dios, a todos se les ha dado dones y ministerios y no a unos cuantos. El propósito de ello es colaborar con Dios en sus planes eternos en el aquí y el ahora y por la eternidad para bienestar de la creación y la gloria de Dios.
Esto implica que la reforma no ha terminado, y que cada generación, teniendo como fundamento de vida y fe las escrituras, debe trabajar en pos de una reforma, primero en los corazones de la gente y luego en el corazón de cada sociedad es decir; en la educación, las artes, la literatura, las ciencias, el deporte, la política, entre otros. Para tal fin, la iglesia en general reformada, la cual incluye La Iglesia Alianza Cristiana y Misionera debe estar siempre reformándose a la luz de la palabra de Dios, y sus ministros deben ser “reformadores – reformados” siempre por la palabra y la íntima comunión con Dios, de tal manera que la luz del evangelio brille poderosamente en lo alto en medio de la oscuridad de nuestras ciudades y veredas, disipando las tinieblas, trayendo transformación y así podamos decir de forma personal y comunitaria: SOLI DEO GLORIA. ¡Bienvenida la reforma!
Escrito por: Pr. Carlos Lenis
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