Buscando La Respuesta
Como seres humanos nos cuestionamos, aún más como creyentes, cuando nuestra oración no obtiene el resultado que esperamos, ya que entendemos el gran poder de respuesta de parte de Dios.
Dios siempre está dispuesto a atender nuestras necesidades, pero nuestras malas acciones y actitudes nos separan de Él, nos impiden ver y disfrutar de su presencia permanente en nuestras vidas. Si permanecemos en oración conforme a su voluntad, creceremos espiritualmente y fortaleceremos nuestra fe.
Santiago 4:3
La oración es el medio directo de comunicación entre Dios y nosotros. Pero no basta solamente con orar, debemos hacerlo de la manera correcta, evaluando que no existan impedimentos en nuestra vida que detengan la respuesta.
La escritura nos enseña distintas razones por las que se obstaculiza la respuesta de una oración:
Pecados no perdonados: Salmo 66-18
El pecado actúa de manera sutil en nuestro corazón, quitando la culpa y haciéndonos adoptarlo como algo normal.
-Necesitamos revisar nuestro corazón, en ocasiones tenemos pecados que aún no hemos confesado, guardamos resentimiento por ofensas recibidas de alguien. Necesitamos el arrepentimiento y el perdón pero no estamos conscientes de nuestra situación espiritual.
-Examinemonos constantemente y pidamos a Dios que ilumine nuestros corazones, para así descubrir nuestros pecados ocultos y ser limpios de toda injusticia.
-Cuidemos nuestro corazón porque es donde se origina el pecado.
-Nunca dejemos a un lado la oración, evitando que el pecado y las debilidades se alojen en nuestro corazón.
-Reconozcamos que nuestra condición pecadora nos aparta de Dios . Isaías 59:1-2
Incredulidad: Santiago 1:6-7
El apóstol Santiago nos enseña que debemos pedir con fe, creyendo, sin lugar a la duda, para que nuestra oración no carezca de sentido.
¿Qué hacer cuando hay incredulidad?
-Orar a Dios diligentemente, creyendo que Él nos recompensará si le damos el primer lugar. Hebreos 11:6.
-Concentrar nuestra devoción a Dios en un esfuerzo particular, un propósito o una causa.
-Consagrarnos a Jesús reconociendo nuestra condición humana. La escritura moldea nuestra manera de pensar, nos inspira a orar, a invertir tiempo en la alabanza y acción de gracias.
-Orar con fe nos aproxima a Dios, permitiéndonos recibir de Él las cosas que necesitamos. Juan 11-40 La gloria de Dios se manifiesta cuando ponemos nuestra confianza en Dios.
Placeres carnales: Santiago 4:3
-Buscar a Dios a favor de nuestros propios intereses. Esto desagrada a Dios totalmente, Él tiene dominio y potestad sobre nosotros, por tanto, nuestros intereses deben estar sujetos a su voluntad. Nuestra fe consiste en entregarnos por completo, sin reservas y sin condiciones a su voluntad.
-Satisfacer nuestros apetitos carnales. Egoísmo, egocentrismo, injusticia, envidia, entre otros, rompen y obstaculizan nuestra comunión con Dios.
-Abusar de los dones con los que Dios nos ha dotado para beneficio nuestro. Dios nos ha entregado dones y talentos para beneficio de nuestra comunidad, pero cuando nos desviamos de sus objetivos y propósitos estamos desagradando a Dios, y por lo tanto se convierten en obstáculos para una respuesta favorable de parte de Dios.
Si oramos de manera general y por muchos asuntos al mismo tiempo, no veremos una respuesta precisa de parte de Dios, debemos ser más específicos y así veremos su gloria. Él desea que nuestras oraciones sean con gozo y con fe.
La palabra afirma en Proverbios 15:29 que Dios escucha a los justos, es por eso que debemos revisarnos diariamente para que nuestras oraciones no tengan impedimentos.
Aunque a veces oremos equivocadamente sin tener en cuenta voluntad de Dios, Él nos da su respaldo, porque desea que todas las cosas nos ayuden para bien. Romanos 8:26 dice que el Espíritu Santo nos ayuda en nuestra debilidad e intercede por nosotros.
Por: Nancy Villegas
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