Busqué a Dios y Él me ayudó
La Palabra nos enseña en Salmos 120:1 que Dios está presto para atender nuestro clamor en medio de la angustia; una promesa que se hizo realidad en la vida de Hermógenes al tener la certeza que Él era el único que podía librarlo cuando se encontró en situación de muerte.
Hace más de 20 años en el Urabá antioqueño, cuando la violencia arreciaba en su máxima expresión, las muertes selectivas se habían vuelto uno de los flagelos que más atemorizaba a los habitantes de esta región, ya que la radicalización del conflicto armado entre guerrilleros y paramilitares había llegado a tal punto que tan solo el ser sospechoso de pertenecer a cualquiera de los grupos armados era causal de muerte.
Hermógenes regresaba a su casa en una de la rutas de transporte hacia Apartadó, después de su día laboral que rutinariamente cumplía en una de las bananeras de la zona, cuando repentinamente el bus se detuvo y con gran temor vio cómo hombres armados hacían descender a todos sus ocupantes, los cuales sin mediar apartaron a los más ancianos del resto de trabajadores.
Aproximadamente 18 personas fueron puestas en una fila al borde de la carretera, incluido Hermógenes, quien escuchó la orden para que todos se arrodillaran y pensó que sería su fin. En un minuto de silencio pasaron muchas cosas por su mente, entre ellas, que Jesús podría librarlo de esa situación, así que decidió no arrodillarse ante quienes querían arrebatarle la vida.
Elevó una oración al cielo diciendo: “Padre, si me libras de aquí yo me convierto a ti, líbrame Señor” y solo cerro su ojos, lo que sucedio despues fue confuso, entre insultos, la presión del momento y sonidos de disparos, corrió Hermógenes hacia el vehículo que los transportaba; sin alguna explicación lógica los disparos de fusil no le alcanzaron y logró salir con vida de allí. Dios atendió su oración y lo libró con el propósito de darle una nueva vida.
Aquella tarde la vida de Hermógenes se volcó por completo al servicio de Dios, y hoy 23 años después de aquel suceso hace parte del liderazgo de nuestra sede en Apartadó, Antioquia, donde comparte la palabra y vive agradecido con Dios por darle pronto auxilio en este trágico hecho, donde tristemente fallecieron 17 de sus compañeros y siendo él el único sobreviviente de los seleccionados a morir.
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