Panamá, un canal de com-pasión
A mediados del siglo XIX, durante la construcción del canal de Panamá, muchos ciudadanos de China llegaron hasta este lugar para establecerse y trabajar, convirtiéndose en la segunda colonia más grande en ese país, con cerca de 300.000 personas. En este lugar gran parte de las actividades comerciales están operadas o pertenecen a la comunidad oriental, la cual se ha extendido por generaciones en dicho país.
Debido a esto, La Alianza en China se interesó por llevar el mensaje de salvación a esta población tan numerosa en Panamá, con el propósito de crear comunidades que exalten el nombre de Dios. En medio de la búsqueda de una familia que asumiera este reto, Dios puso en el corazón de un colombiano com-pasión por ir a otras naciones.
Es por esto que en el año 2007, La Alianza en Colombia respalda a una pareja para asumir el llamado dentro de esta comunidad; Luis Alberto y su esposa Ana Patricia, quienes estuvieron al frente del ministerio de Misiones de La Alianza en Colombia alrededor de 3 años. Junto con sus hijos Ana Raquel y David Felipe, se embarcaron en una interesante aventura al aceptar su llamado de com-pasión por los no alcanzados en Panamá.
En su travesía han debido trabajar intensamente por lograr establecer relaciones con la comunidad China, ya que el trabajo en exceso hace parte de esta cultura, en la que el descanso y las vacaciones no son prioridades.
El ministerio que ejercen como familia está enfocado en los jóvenes, ya que que son más flexibles y dispuestos. Sin embargo, su labor constantemente tiende a comenzar de cero, ya que las personas que asisten a la iglesia frecuentemente salen a otros países.
Dentro de sus actividades realizan anualmente dos campamentos juveniles: el English Camp y el Campamento de Verano; además de visitar y apoyar un orfanato en la ciudad. A través de sus labores, Dios ha hecho cosas asombrosas con esta población, logrando así, durante estos 10 años de ministerio, compartir el evangelio a miles de personas.
Para el pastor Luis Alberto, su esposa Ana Patricia, sus hijos Raquel y David, ha sido una bendición ser parte de esta misión que va en crecimiento, siendo conscientes que es un reto que cada día va exigir más de ellos porque aún hay muchas personas más por alcanzar.
Oremos a Dios por esta familia misionera, para que sus vidas sean llenas de fortaleza en medio de su labor y que la gracia de Dios florezca de manera abundante en su ministerio.
Fotos: Luis Alberto Beltrán
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