Para los cristianos uno de los mayores retos es compartir el evangelio con los miembros de su familia; este núcleo familiar es el círculo social primario de toda persona, ellos conocen nuestras vidas, virtudes, defectos, pecados y errores del pasado y presente, lo que puede hacer que la tarea de ser sal y luz sea más difícil, pueden pasar meses o años para que acepten que hemos nacido de nuevo y hemos experimentado un arrepentimiento genuino. Evangelizar a la familia está implícito dentro del mandamiento de ir y hacer discípulos de Mateo 28:19-20, es un llamado específico en cabeza de los padres del hogar como menciona Deuteronomio 6:7 “y se las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas cuando estés en tu casa, y cuando vayas por el camino, y cuando te acuestes y cuando te levantes.”